En junio de 2023 se estrenó una comedia adolescente bastante inusual, con el título de No Hard Feelings. Se trata de una producción estadounidense que tiene como protagonista a Jennifer Lawrence, la famosa actriz de la saga Los Juegos del Hambre, que también ha sido una de las más jóvenes intérpretes en ganar un Oscar. Lawrence no solo protagoniza esta comedia de enredos, sino que la produce, por lo que su implicación en el proyecto es importante. ¿Y por qué decimos que es una comedia inusual? Porque en estos tiempos que corren, donde lo política correcto parece haberse convertido en la nueva dictadura moral, No Hard Feelings ofrece un humor grueso, incorrecto y chabacano. Lo cual, aunque parezca irónico, resulta refrescante en estos días. Deudora absoluta de sagas como Porky´s o American Pie, la película llega a mostrar incluso una escena de pelea con la protagonista completamente desnuda, algo inaudito para una estrella como Lawrence.
La historia del filme no es precisamente nueva, pero como decimos, el contarla de esa manera, y en una época como ésta, la convierte en algo original. Una joven treinteañera se ve obligada a aceptar un trabajo inusual para poder conseguir un coche con el que trabajar. Su misión será “conducir” a un joven muy inteligente y buen estudiante pero con cero capacidades para sociabilizar en un adulto maduro sexualmente y que sepa comunicarse con las chicas. La premisa ya causó mucha polémica cuando el primer tráiler apareció, y posteriormente, con el estreno, esto se intensificó. De nuevo se volvía a poner el foco en el despertar sexual de un chico acomplejado y tímido, un argumento que ha servido de base para buena parte del cine adolescente norteamericano. Y es que esta temática está tremendamente arraigada tanto en la sociedad estadounidense como en el resto del mundo. Como es habitual, la experiencia sexual se edulcora, recubierta de chistes zafios para equilibrar un poco el tono de la película. En la vida real, desde luego, perder la virginidad no suele ser tan divertido, aunque todo dependerá de la propia situación.
Una experiencia muy diferente de chicos a chicas
Perder la virginidad ha sido un paso importantísimo para cualquier joven, sea en nuestra época o en cualquiera de las anteriores. Y es que es uno de esos puntos que diferencian a quienes son simplemente unos críos de quienes ya han dado el paso a la adultez y a la madurez. Esto no significa que tener sexo implique convertirse en adulto de golpe, porque desde luego que no es así. La visión de la virginidad cambia mucho de hombres a mujeres, y podríamos decir incluso que son las dos caras de una misma moneda. Mientras que a los chicos se les apremia a tener sexo lo antes posible, como símbolo de virilidad y demostración de empeño, para las chicas es todo lo contrario. Mantenerse vírgenes durante más tiempo oes consolidar su propia pureza, un concepto que hoy en día ya se ha perdido casi por completo, pero que sigue estando en el imaginario colectivo de una manera muy presente.
Un mundo mucho más sexualizado
Las tradiciones no cambian de un día para otro, y lo que se ha mantenido firme por generaciones tampoco se rompe tan fácilmente. Si lo habitual hasta hace tan solo unas décadas era que la mujer se mantuviera “pura” hasta el matrimonio, esa visión moral de la sexualidad todavía debe seguir vigente hoy en día. Es cierto que el mundo ya no es el mismo y los cambios se producen a una velocidad mucho más grande que antes, pero no hay que confundirse. La sexualización de la sociedad no está destronando por completo a la propia idea de la virginidad como algo importante. De hecho, casi nace en respuesta a ese hedonismo vacuo que muchos jóvenes disfrutan hoy en día. Ser diferente es no querer tener sexo con la primera persona que nos llame la atención. Guardarnos para alguien importante, aunque no lleguemos al punto de solo hacerlo cuando estemos casados.
Sin embargo, la presión social es cada vez mayor, tanto para los chicos como para las chicas, a la hora de entregarse al sexo. Ser sexualmente activos antes de cumplir la mayoría de edad parece casi una obligación, un paso importantísimo que hay que dar sí o sí. De lo contrario, seremos los bichos raros, los que se quedan atrás. Y en cierta forma, tener sexo a una edad relativamente temprana –los estudios hablan de entre 14 y 17 años de media– nos ayudará también a conseguir más experiencia en este tipo de asuntos. Conseguiremos una madurez sexual mucho más fuerte y de una forma más rápida, que nos ayudará a disfrutar más de las relaciones sexuales durante el momento de pleno apogeo, la veintena.
De la amiga del pueblo a la prostituta
Si hablábamos antes de las diferencias entre chicos y chicas a la hora de perder la virginidad, es de recibo centrarnos en la experiencia masculina. Para los jóvenes, el sexo supone un puntal importantísimo incluso en su socialización. Sea una visión todavía machista o simplemente básica en la creación de una personalidad masculina, el deseo por las chicas (y los chicos, en su caso) nace cada vez antes, y se espolea por parte de la sociedad. Un joven siempre quiere tener su primera experiencia sexual lo antes posible, y en realidad no tiene tantos remilgos a la hora de buscar candidatas. Cualquier chica que le parezca medianamente atractiva y que esté dispuesta a dar el paso le parecerá perfecta en este sentido. Puede ser su vecina, un poco mayor que él y con más experiencia, o la típica amiga del pueblo a la que solo ve en vacaciones, pero que parece más puesta que las chicas de ciudad.
En España, por ejemplo, también era habitual que el chico se desvirgara con una profesional del placer. A veces eran los propios padres los que llevaban a sus hijos a visitar los burdeles, acompañándoles en este “rito de iniciación”. Es cierto que esto ya no es tan habitual, pero todavía son muchos los jóvenes que pierden su virginidad con una prostituta, y más allá del sentido moral de este trabajo, tiene su lógica. Las primeras veces entre dos personas inexpertas suelen ser un desastre, algo que puede llegar a suponer un trauma para las siguientes experiencias. Sin embargo, si el chico es desvirgado por una profesional que sabe cómo guiarle y enseñarle algunas cosas, la tensión será mucho menor y la experiencia se disfrutará mucho más.
Traumas sexuales por la presión
Lo que debería ser una experiencia inolvidable, divertida y excitante muchas veces se convierte en una carrera por quitarse de encima la presión social. Las primeras experiencias sexuales no suelen ser precisamente las mejores, porque la propia inexperiencia no ayuda a que así sea. Sin embargo, hay que afrontarlas con la mente despejada de prejuicios, y tratar de evitar los nervios, que solo jugarán en nuestra contra. Relajarnos y sentir que estamos haciendo algo divertido, que tampoco nos marcará tanto, ayuda a que todo sea mucho más liberador. De lo contrario, una traumática primera experiencia puede derivar en pensamientos obsesivos que hagan del sexo algo problemático en la edad adulta.